¿Cuidas a tu cuerpo como cuidas a tu perro?

Muchos dicen: “es que me falta motivación”. Pero la verdad es que la motivación es como el clima: aparece y desaparece. Lo que realmente sostiene el cambio, es la disciplina. Y esa no siempre se siente bien. A veces duele. A veces da flojera. A veces simplemente… no dan ganas.

Pero piensa en esto:

Cuando tienes una mascota, ¿la sacas a pasear solo cuando tienes ganas? ¿La llevas al veterinario solo cuando estás de buen humor? ¿Le preparas comida especial solo cuando estás motivado?

No. Lo haces porque la quieres. Porque entiendes que su bienestar depende de ti, incluso cuando no tienes ánimos. Porque aunque no te lo diga, confía en que vas a cuidar de ella.

Ahora: ¿por qué no hacemos eso con nosotros mismos?

Tu cuerpo también es tu responsabilidad. Tu salud también confía en ti. Y así como tu perro no puede sacarse solo a pasear, tu cuerpo no puede entrenar solo, alimentarse bien solo, descansar solo. Te necesita. Siempre.

No siempre vas a tener ganas de entrenar. De cocinar. De apagar el celular para dormir bien. Pero igual lo haces, no porque te motive el resultado de “verme mejor”, sino porque entiendes que es un acto de amor propio. Igual que con tu perro. Lo haces porque sabes que si tú no lo cuidas, nadie más lo va a hacer.

Con tu cuerpo pasa lo mismo. No se trata de amor propio con violines de fondo. Se trata de responsabilidad. De hacer lo que toca, aunque no den ganas.

Da el primer paso. Comienza ahora.